sábado, 11 de febrero de 2012

Sobre el espíritu de vértigo infundido por el pecado en las formas naturales

Es lógico pensar que originalmente se daba una unidad entre la forma de un ser vivo y su esencia.

Las semejanzas morfológicas entre las plantas no indican, en multitud de casos, semejanzas de naturaleza, ni afinidades taxonómicas. Pero esto se ha de deber a un desorden producido por el pecado original.

La genética desvela parentescos ocultos a la morfología. Pero esto no demuestra que la morfología de un ser vivo sea independiente de su esencia, sino que se ha producido un desajuste, un desenfoque, un desorden.

Cuando Dios creó las especies animales y vegetales, pudo haberlas creado de forma fija y definitiva, y el pecado original haber introducido en sus esencias el movimiento, el cambio, la transformación, el espíritu de vértigo, que es efecto universal y cósmico del pecado, según lo dicho por la Escritura:

"Miscuit in medio eius spiritum vertiginis" (Is 19, 14)

Por efecto de la Caída, todo entra en movimiento vertiginioso, todo huye de sí mismo, y aunque no queda destruído, necesita del Logos restaurador del orden para aquietarse y descansar en sí.

Así, los cambios morfológicos pueden ser efectos de ese movimiento artificial introducido, de forma que los órganos ya no tienen un sentido, una razón de ser, sino una función, una utilidad.

Es importante diferenciar entre el sentido de un órgano, una parte o una forma, y su función o utilidad.

La subordinación de las esencias a la utilidades de sus accidentes sólo puede ser efecto de la Gran Reducción obrada por la Caída en el mundo natural por medio de ese espíritu de vértigo infundido en el centro de las cosas, es decir, en la esencia misma de las formas creadas.

De esta forma, no es que haya formas buenas o malas, sino formas en que el Pecado opera una Reducción, una Disminución de Sentido, un vaciado ontológico del propio logos en función de la utilidad en un mundo de violencia, muerte y predación. Pero...

Stat crux dum volvitur orbis.

Todo lo creado sin embargo permanece quieto crucificado en la Cruz con el Logos. Es en el Logos Crucificado, por Quien todo fue hecho, que cuanto sufre el espíritu de vértigo en su propio ser por efecto de la Caída, permanece en espera de la restauración final por obra del Logos.

Se mantiene en sí mismo como en estado de promesa.

Así, mientras el gran remolino produce reducciones de sentido en lo creado y lo empuja a un constante movimiento de fuga de sí mismo, su esencia permanece viva crucificada con el Logos, y mantiene su identidad como en promesa, padeciendo la herida originaria que domina el mundo postadámico.

Todo lo creado por Dios, pues, permanece a la espera de la recuperación plena de su propia identidad.

El mundo de los seres creados y sus formas se mueve vertiginosamente y permanece, al mismo tiempo, en modo de espera, gimiendo unos dolores de parto que sólo el triunfo total y final del Logos viviente aliviará con el reordenamiento gratuito de todo.

Y así cuanto fue creado gratuitamente recuperará su gratuidad.

2 comentarios:

  1. CERCANO ALONSO:
    LA CAÍDA, EL MAL Y EL PECADO, LA MUERTE ONTOLÓGICA DEL SER HUMANO, LA CRUZ...
    HABLAMOS UN MISMO LENGUAJE¡¡¡
    ULTIMAMENTE EL PROTOEVANGELIO RESUENA CON POTENCIA Y GRITA LA RESURRECIÓN DE CRISTO...
    EL AMOR DE DIOS GRATUITO COMO COMENTAS...
    SAN PABLO NOS INVITA AL COMBATE, REVISTIENDONOS DE LAS ARMADURAS DE DIOS...Y SIGUE DICIENDO: QUE CRISTO TE AMA CIERTAMENTE, QUE HA DADO SU VIDA POR TI CUANDO ERAS MALVADO Y PECADOR¡¡¡
    ANIMO¡¡¡
    LA PAZ.

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    1. Sin ninguna duda, cercano Cornelio,

      el Protoevangelio resuena con fuerza,

      nos enseña la necesidad de revestirnos de las armas de Cristo, de la armadura de Dios, como bien dices.

      Hablamos el mismo lenguaje, es verdad, el lenguaje bíblico-tradicional de la Iglesia.

      Laus Deo.

      ¡Ánimo!

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