martes, 27 de diciembre de 2011

De cómo se ahoga la verdad y cómo la verdad se defiende

Hay cosas que no podemos dejar de conocer, cosas que no podemos ignorar.
Cosas que Dios quiere que sepamos, Y NO PODEMOS DEJAR DE CONOCER y POR TANTO PONER EN PRÁCTICA sin grave daño.
Es todo aquello que pertenece a la llamada "Ley Natural".
La ley natural tiene dos "tablas" o listas de verdades, una para todo aquello que no podemos ignorar de Dios. Otra, para todo aquello que no podemos ignorar del ser humano, nuestro prójimo.

Todo pecado grave es un desprecio de la verdad, un aplastamiento de la verdad que late en la conciencia: no matarás, amarás a Dios, no dirás falso testimonio.... Para pecar hay que ahogar la verdad. ¿Con qué? Con injusticias, con crímenes, con más pecados.
Pero, ¿qué ocurre cuando premeditadamente son ignoradas, calladas, ocultadas?
Que el ser humano es acosado por LA CONCIENCIA.
El acoso de la conciencia es, pues, un mecanismo que cuando es silenciado y ahogado con injusticias, como dice el Apóstol Pablo en Romanos 1, levanta su voz y vuelve su queja contra la totalidad de la persona.
Este mecanismo de autodefensa de la conciencia es conocido desde muy antiguo, y fue estudiado en profundidad por la cultura grecolatina. Su máximo desarrollo lo encontramos en la tragedia griega, y especialmente en la obra de Esquilo.
El acoso de los remordimientos está personificado por las Erinias o Furias.
Las Erinias ( de ἐρίνειν erínein, ‘perseguir, acosar, atormentar’) eran personificaciones femeninas de la conciencia.

Tienen un lado oscuro, perseguidor, pero también un lado luminoso, creador de paz, y entonces se les llama Euménides ( Εύμενίδες, dadoras de benevolencia). Son venerables, tienen un carácter sagrado, que hace que se les adjudique el calificativo de σεμναί θεαί semnai theai, ‘venerables diosas’. El pensamiento religioso romano las conoce como Furias, Furiæ, ‘terribles’). la conciencia, pues, era algo sagrado y venerable para los griegos.

Pues bien, cuando el ser humano ahoga la verdad con injusticias, la voz de la conciencia emerge oscura y sacramente, en forma de remordimientos perseguidores, de Erinias que no descansan de atormentar al ser humano hasta que por el arrepentimiento, las Erinias se convierten en Euménides, en dadoras de paz, y crean deseos de penitencias restauradoras del orden perdido.

Con el sacramento de la penitencia encontramos este poder pacificador PERO notablemente enriquecido, es más, absolutamente enriquecido, porque al restablecimiento de la justicia natural y la pacificación interior del hombre, añada el restablecimiento de la Gracia y de la condición filial. Hay un abismo entre la justicia devuelta por las Euménides, y la justicia devuelta por el arrepentimiento y el perdón sacramental. Existe la dimension sobrenatural de la misericordia divina, que sobrepasa toda justicia natural antigua, es decir, natural, antigua.

De esto se ha percatado muy bien el teólogo Hans Urs von Balthasar, que dice :

"la gracia pacificadora siempre es restablecimiento ordinario de la justicia, no la justicia de la antigua época de las Erinnias carente de gracia, sino la de un derecho lleno de gracia" (de "Gloria")

Ese derecho lleno de gracia que dice von Balthasar es precisamente la misericordia divina, que transmuta el valor de la simple justicia natural de la ley moral, en caridad que rebasa la pura justicia retributiva, y conlleva una dosis sobrenatural de vida divina.

En todo esto de las Erinias observamos que a la cancelación de la culpa sigue la paz interior, y que la novedad infinita que aporta Cristo es la Gracia de una paz del corazón que rebasa la paz puramente retributiva de la cancelación de la deuda. Es una gracia conciliadora que no sólo cancela la deuda, sino que además sana, purifica, lava de pecado y santifica.

Pero volviendo al tema de las Perseguidoras.

¿Qué le ocurre a una sociedad, a unos individuos que pretenden sistemática e institucionalemente callar la boca a las Erinias, no escucharlas, sino convivir con ellas como si no existiesen y ADEMÁS CREER QUE NO EXISTEN Y QUE SE PUEDE SER FELIZ perseguido por ellas?

Bien, esto lo ha estudiado profundamente un gran filósofo católico, de nombre impronunciable:

Budziszewski, en su importantísimo libro "Lo que no podemos ignorar."

Pues bien, las sociedades inmersas en la cultura de la muerte, el mundo viejo, adámico, profundamente pecador y aferrado a sus pecados institucionales, el hombre duro de corazón, las sociedades perdidas en el ateísmo de masas, la apostasía o la apatía espiritual, escuchan en su interior el acoso de los remordimientos,

pero quieren dejar de escucharlo para seguir pecando y ser feliz pecando. Elaboran entonces unos mecanismos de defensa contra las Erinias, contra voz de la conciencia.

¿Cuáles son? Veámoslo sólo muy brevemente, aunque el estudio de estos mecanismos defensivos daría para todo un libro.

Contra el remordimiento es aparentemente eficaz el alcohol, la promiscuidad sexual, las drogas.

Perdido todo arrepentimiento, la segunda Erinia, la necesidad de confesar el pecado, puede verse satisfecha por vías indirectas: por ejemplo ir al psicólogo, para que nos diga que el problema es que no tenemos autoestima, y justifique todo lo que hacemos, nos escuche pacientemente y nos diga que debemos afirmarnos asertivamente y no convivir con la culpa.

¿Cómo se calla a la tercera Furia, la necesidad de pagar la deuda, de restaurar el orden perdido? Pues volver a hacerlo otra vez, afianzarse en el mal hecho, asumirlo como lo normal, como lo habitual, y consolidarlo. Autoafirmarse en el pecado para que este sea el nuevo orden de la vida. Y si el nuevo orden es el pecado justificado que no hay que expiar, así evitamos a la Cuarta Furia, la reconciliación. Si conseguimos que la ley apruebe nuestro pecado, este se verá inmerso en el orden vigente, y no tendremos que reconciliarnos con la sociedad. Pero para ello, hace falta eludir a la Quinta Furia, la justificación. Nada mejor que hacerse apologeta del pecado que queremos seguir cometiendo, su defensor, convertirlo en uno de nuestros valores, mostrar que es justo, y promover cambios sociales que lo justifiquen.

Como dice Budziszewski: "Perseguido por las Cinco furias, el ser humano se vuelve más malvado y a la vez más necio: más malvado porque su comportamiento se degrada; más necio, porque se traga más mentiras suyas". Mentiras con las que pretende en vano acallar a las Furias. Acallar el deseo interior de arrepentirse, acallar el deseo interior de confesar y contar su culpa; el deseo interior de expiar su falta, el deseo interior de reconciliarse con el prójimo, el deseo interior de volver a ser justo.

En definitiva, la defensa legal, política, moral, propagandística, de por ejemplo crímenes como el aborto, no es más que un intento de acallar a las Furias de la conciencia ultrajada. El desarrollo intelectual de doctrinas antiteístas, agnósticas, materialistas, utilitaristas, etc., etc., no es más que un intento de acallar la voz de la conciencia, por la que Dios quiere ser escuchado.

A menudo nos pasa, cuando hacemos apostolado, que nos frusta que personas que nos rodean se empeñen en defender cosas malas (aborto, adulterio, sexo prematrimonial, eutanasia, materialismo, anticristianismo.....). pero hemos de pensar que, en muchas ocasiones, esa obstinación en la defensa de sus valores contrarios a la ley natural no es más que un intento desesperado de acallar la voz de su conciencia y encontrar una falsa, falsa paz que les permita lo que ellos quieren creer que es ser feliz

Y para ello, han de ahogar con injusticias la verdad.

17 comentarios:

  1. Hay quienes niegan la existencia de la ley natural y lo hacen aplicando un sinsentido que a primera vista les da la razón. Dicen que si fuese una ley verdadera, no podríamos ir contra ella.

    Mi respuesta es preguntarles si al dar un salto no estamos actuando contra la ley de la gravedad. Además, lo hacemos

    * sin consciencia, torciéndonos un tobillo,
    * con consciencia pero sin sentido ni trascendencia
    *con total consciencia y simbolismo, representando un maravilloso ballet. (lo dejo para profesionales)
    * con consciencia y voluntad de hacer daño a otra persona.

    Las leyes son mecánicas y Dios nos ha dado la capacidad de actuar contra ellas con consciencia y voluntad. El problema no es ir contra una ley, sino hacerlo de manera destructiva (consciente o inconscientemente) para nosotros y para los demás.

    Si actuamos contra la ley de forma constructiva, estamos trascendiendo la mecanicidad de manera sobrenatural. Si actuamos contra la ley de forma destructiva, estamos rompiendo el equilibrio natural.

    Un ejemplo que suele salir en este tipo de conversaciones es el celibato. Nos dice que va contra la ley-instinto de reproducción. Cierto, pero este acto puede ser destructivo o constructivo, según sea la Gracia de Dios quien actúe o nuestra simple voluntad. La Gracia de Dios nos transforma, la simple voluntad de ir contra-natura, nos lleva a callejones sin salida. Si encima lo hacemos con consciencia destructiva, nos convertimos en diablos.

    El tema es muy interesante y el diálogo con no creyentes siempre pasa por "la estación" de la ley natural.

    Saludos :)

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  2. Me ha gustado mucho este comentario, y estoy completamente de acuerdo. Es algo que se ve muy claro a nuestro alrededor.

    En Jesús misericordioso, representado en las imágenes del Sagrado Corazón o de la Divina Misericordia, encontramos la disposición a la misericordia de Dios, de forma que para recibirla sólo necesitamos reconocernos pecadores. Su acogida incondicional nos mueve a la contricción, a no tener miedo de reconocernos pecadores, para ser acreedores al amor misericordioso de un Señor tan bueno.

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  3. Pero hemos de pensar que, en muchas ocasiones, esa obstinación en la defensa de sus valores contrarios a la ley natural no es más que un intento desesperado de acallar la voz de su conciencia y encontrar una falsa, falsa paz que les permita lo que ellos quieren creer que es ser feliz.

    ¿Que podemos hacer?
    Luchar contra corriente...
    Orar, hacer penitencia...
    Dar testimonio...

    Dios le bendiga!!!

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  4. Longinos:

    así es, como dices " Su acogida incondicional nos mueve a la contricción, a no tener miedo de reconocernos pecadores, para ser acreedores al amor misericordioso de un Señor tan bueno."

    El Señor nos mueve a contrición, sólo Él puede hacerlo, de aquí que estoy absolutamente convencido de la inutilidad de luchar por la causa de la ley natural con medios puramente naturales.

    un abrazo

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  5. Marian:

    Muchas gracias por su comentario. Sin ninguna duda, el camino de este apostolado de la ley natural incluye orar, hacer penitencia, dar testimonio... Sin duda.

    Un saludo muy cordial en Cristo y María

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  6. Miserere:

    desde luego, como bien dices,
    es un tema muy interesante,por el que siempre se ha de pasar en el debate de temas éticos.

    Estoy muy de acuerdo con eso que dices de que ""Hay quienes niegan la existencia de la ley natural y lo hacen aplicando un sinsentido que a primera vista les da la razón. Dicen que si fuese una ley verdadera, no podríamos ir contra ella. "

    Pero no veo que podamos transgredirla sin cometer pecado.

    De hecho, creo que jamás es lícito actuar deliberada y voluntariamente contra la ley natural (los Diez mandamientos) ni constructiva ni destructivamente.

    Creo que tu ejemplo se refiere sólo a las leyes físicas, pero no a la ley natural.

    Podremos ir contra la ley física, como la gravedad, pero la ley natural jamás es lícito transgredirla, (transgredirla es precismente el pecado)

    porque es de hecho condición para salvarse, son los diez mandamientos que el Señor pone como condición para salvarse.

    El tener que procrear no es de ley natural para todo hombre, sera ley del instinto, pero no es de ley natural que todo hombre deba procrear, sino que las relaciones sexuales en el matrimonio deben ser procreativas siempre y no deben hacer nada que impida la fecundación.

    Por eso, creo que el celibato no va contra la ley natural, y eso que dices de ir contra la ley de forma constructiva no sé, ¿a qué te refieres? Creo que te refieres al instinto o a la ley física, no a la ley natural, ¿no es así?

    Esto que dices "Si actuamos contra la ley de forma constructiva, estamos trascendiendo la mecanicidad de manera sobrenatural" no entiendo bien a qué te refieres, pero creo que lo sobrenatural no puede negar o contradecir la ley natural.

    Si me pudieras explicar mejor, con un ejemplo, lo que quieres decir, podría darte mi opinión. --y tal vez debatir como en nuestros buenos tiempos:))

    Con lo demás que dices, estoy de acuerdo.

    Un abrazo

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  7. Reholas...

    Me intento explicar. Las leyes son inmutables aunque la libertad, que nos ha regalado Dios, nos permite ser conscientes de ellas y utilizarlas.

    Las leyes no tienen una moralidad por si mismas, es el hombre el que actúa moralmente al utilizarlas. De ahí que el celibato parezca que va en contra de la ley de la reproducción. Este es un tema que en mi "eternas" conversaciones con ateos es recurrente. Sacan el mandato de Dios: "creced y multiplicaros" y lo confrontan con el celibato. Los hermanos evangélicos son también adictos a refregar el tema.

    Saltar, realmente no va en contra de la ley de la gravedad, ya que no hace más que utilizarla unida a otras fuerzas, para conseguir un fin. La ley no se trasgrede, solo se utiliza.

    El celibato no va en contra el mandato de Dios, tan solo lo utiliza unido a otra fuerza, en este caso proveniente de Dios, para superar la limitaciones que nos impone nuestra naturaleza. El fin excede la mecanicidad de la ley de la reproducción, porque el fin es sobrenatural y coincide con la voluntad de Dios.

    El celibato o se lleva con la Gracia de Dios o resulta un desastre personal para quien intenta que sea suficiente su voluntad. Existe muchos ejemplos de ello.

    En general, concibo todas la leyes como elementos que ordenan el mundo a nivel instintivo - mecánico. Son las que hacen posible que la creación sea estable y culmine en el ser humano. Dios ha dado al ser humano, la posibilidad y consciencia de salirnos de la mecanicidad - instinto, que nuestra naturaleza tiene implícito. Pero ¿Con qué fin nos salimos de estas leyes? Ese es el elemento moral que nos implica en todas y cada una de las acciones que hacemos de forma voluntaria.

    Dios no quiere un ser humano mecánico-instintivo que actúe como un autómata. El pecado nos lleva precisamente a este deplorable estado mecanicista-instintivo. Dios nos quiere libres en grado superior y capaces de colaborar con El en su plan.

    En fin... espero haberme explicado algo mejor.

    Saludos :)

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  8. Bueno, Miserere, ahora te entiendo mejor, veo que estabas hablando en analogía, y yo te entendía al pie de la letra.

    Desde luego, hablar de estos temas con ateos y agnósticos es difícil. ¡Es tan fácil liarnos en el debate con ellos!

    Está claro que Dios no quiere autómatas, y este es el reproche que usan contra la ley natural, que crea autómatas. Creo que esto es lo que quieres decir, y es verdad, ese reproche lo he escuchado muchas veces.

    También es verdad eso que dices, que el pecado nos hunde en el determinismo mecanicista.

    De la ley natural, es decir, de los Diez mandamientos, no podemos salirnos ni transgredirlos, y de ellos depende nuestra salvación. Esto es lo que no cuadra en la mente de muchos.

    La ley natural no es que "tengan" moralidad, claro, es que SON la LEY MORAL inscrita en la conciencia, es que EXPRESA la ley moral.

    Como bien dices, la ley natural es inmutable.

    Así lo explica el Catecismo:

    ""1954. El hombre participa de la sabiduría y la bondad del Creador que le confiere el dominio de sus actos y la capacidad de gobernarse con miras a la verdad y al bien. La ley natural expresa el sentido moral original que permite al hombre discernir mediante la razón lo que son el bien y el mal, la verdad y la mentira"

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  9. ""La ley natural contiene los preceptos primeros y esenciales que rigen la vida moral. Tiene por raíz la aspiración y la sumisión a Dios, fuente y juez de todo bien, así como el sentido del prójimo en cuanto igual a sí mismo. Está expuesta, en sus principales preceptos, en el Decálogo. Esta ley se llama natural no por referencia a la naturaleza de los seres irracionales, sino porque la razón que la proclama pertenece propiamente a la naturaleza humana"

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  10. 1958 La ley natural es inmutable (cf GS 10) y permanente a través de las variaciones de la historia; subsiste bajo el flujo de ideas y costumbres y sostiene su progreso. Las normas que la expresan permanecen substancialmente valederas. Incluso cuando se llega a renegar de sus principios, no se la puede destruir ni arrancar del corazón del hombre. Resurge siempre en la vida de individuos y sociedades:

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  11. Y el catecismo sigue explicando:

    "1959 La ley natural, obra maravillosa del Creador, proporciona los fundamentos sólidos sobre los que el hombre puede construir el edificio de las normas morales que guían sus decisiones. Establece también la base moral indispensable para la edificación de la comunidad de los hombres. Finalmente proporciona la base necesaria a la ley civil que se adhiere a ella, bien mediante una reflexión que extrae las conclusiones de sus principios, bien mediante adiciones de naturaleza positiva y jurídica.

    1960 Los preceptos de la ley natural no son percibidos por todos, sin dificultad, con firme certeza y sin mezcla alguna de error. En la situación actual, la gracia y la revelación son necesarias al hombre pecador para que las verdades religiosas y morales puedan ser conocidas “de todos y sin dificultad, con una firme certeza y sin mezcla de error” (Concilio Vaticano I: DS 3005; Pío XII, enc. Humani generis: DS 3876). La ley natural proporciona a la Ley revelada y a la gracia un cimiento preparado por Dios y armonizado con la obra del Espíritu."

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  12. Hce poco leí una frase de León Bloy que me recuerda a eso que has dicho, que el pecado nos hunde en una corriente de determinismo, en el fatuum, en el destino implacable, y nos hace esclavos, esclavos del que sólo el cumplimiento de los mandamientos nos libera.

    Un amigo sacerdote me explicó que los mandamientos de la ley natural son como un muro de protección que nos da seguridad. Si viviéramos en una torre sin balaustrada, sólo haríamos vida en el centro, por temor a caernos y despeñarnos por el abismo. la ley natrural y sus diez mandamientos son como una muralla que nos da seguridad para vivir en todo el perímetro de la torre, hasta en el borde del círculo, sin miedo a caernos, pues nos protegen del abismo.

    Un abrazo y muchas gracias por tan interesante comentario re-explicado.

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  13. El otro día, cuando leí esta entrada, pensé que las erinias y las euménides son como dos intuiciones del mensaje que Cristo nos da a la vez y que ya te comenté. Y en el Catecismo viene explicado de forma maravillosa ese "doble mensaje" (de erinia y euménide) que nos da el Espíritu Santo, citando a la Dei Verbum (31) del Concilio Vaticano II, que lo llama "doble dádiva":

    "La conversión exige el reconocimiento del pecado, y éste, siendo una verificación de la acción del Espíritu de la Verdad en la intimidad del hombre, llega a ser al mismo tiempo el nuevo comienzo de la dádiva de la gracia y del amor: "Recibid el Espíritu Santo". Así pues, en este "convencer en lo referente al pecado" descubrimos una "doble dádiva": el don de la verdad de la conciencia y el don de la certeza de la redención. El Espíritu de la Verdad es el Paráclito".

    Tú preguntabas de alguna forma cómo podemos hacer apostolado "moral". Creo que ahí está la respuesta: mostrando a la vez la verdad de la conciencia y la certeza de la redención, siendo a la vez erinias y euménides. En Cristo, la euménide viene ya por adelantado, y mueve a conversión.

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  14. Longinos,

    muchas veces me he preguntado si es posible intuir de alguna manera la inciativa gratuita de Dios.

    Y lo digo en sentido estricto, es decir, si es posible a la mente humana, sin gracia santificante, una intuición de la Revelación. Y la verdad, no lo tengo claro, aunque mi inclino a pensar que sí, que es posible que la recta razón tenga un presentimiento del saltus infinito de lo natural a lo sobrenatural con la intuición,

    especialmente, en aquellas personas o pueblos donde se usa rectamente la razón. Por ejemplo, en el mundo grecolatino, quer, como dijo Juan XXIII, preparación natural para el Evangelio sobrenatural (Veterum sapientia)

    Creo que este tema de las erinias y las euménides, que tú has relacionado de forma muy certera con la doble dádiva (me ha sorprendido la relación, no lo había "visto" todavía), pertenece a esa serie de verdades o forma mítica de expresar verdades del conocimiento natural de Dios, de la ley natural, de los Diez mandamientos.

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  15. Verás, creo que el conocimiento natural de lo metafísico incluye no sólo las dos tablas de los Mandamientos (La relativa a Dios, y la relativa al hombre) sino la interconexión entre ambas, es decir, que dentro del conocimiento natural de Dios hemos de incluir el conocimiento de los mecanismos naturales por los que Dios se comunica con el ser humano, la comunicación entgre las dos tablas, por así decir. En definitiva, los mecanismos dela conciencia.

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  16. Creo que has visto muy bien esa vía negativa y esa vía positiva que jalonan la ascética natural de la ley Moral.

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  17. ´Creo que es verdad que por aquí puede ir nuestro apostolado de lo moral, por así decir, en mostrar la potencia destructiva de las erinias, que no descansan de atosigar al ser h humano para que este reaccione y reconozca su culpa y se arrepienta, y las Erinias devengan en Euménides.

    Es tremendo. Hay por ahí un dicho que creo recordar que dice que Dios perdona siempre, los amigos perdonan a veces, pero la naturaleza no perdona nunca, refieriéndose a lo inmutable de las leyes naturales. Si uno se tira por un balcón, está claro que la ley de la gravedad no le va a perdonar la vida ni a suspenderlo en el aire. Podrá hacerlo Dios, en todo caso, pero la ley física nunca. Pues esto mismo pasa con la conciencia.

    Si uno comnete pecados muy graves, y niega su conciencia, le ocurre como al que se cae, que la ley natural de la conciencia es implacable, esa persona se destruirá cada vez más, indefectiblemente, mientras no se arrepietnta y se abra al perdón divino. Y de ello se encargan las Erinias.

    Y creo que esta implacable autodestrucción natural por el pecado, este hacerse víctima de la ley de la conciencia ahoga, por decir así, representa el fatuum, el destino implacable, el determinismo.

    Es lo que dice BLoy cuando afirma que "el pecado nos hunde en el determinismo ciego de las máquinas",

    ya no es Dios providente quien rige nuestra vida por medio de nuestra libertad "guiada", sino el demonio, que nos inserta "en los engranajes de su reloj de maldad, y ya sólo somos piezas de un carrillón maligno del que sólo el Verbo atemporal y eterno puede rescatarnos".

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