miércoles, 14 de diciembre de 2011

De teologías y falsas antropologías

En el tren, muy temprano, lectura decepcionante de Yves Congar, que me hace reflexionar sobre las verdaderas relaciones entre la teología, ciencia suprema, y la antropología, ciencia subalterna de la misma, como todas.

La certera enseñanza de De Lubac acerca del humanismo sin Dios, que se vuelve contra el hombre, es aplicable a la teología, en este sentido:

La teología sin la Auto-revelación de Dios, se vuelve contra el hombre, so pretexto de humanizarlo.

Paradoja. Los teólogos que pretenden "humanizar a Dios" (por ejemplo Castillo, entre muchos otros inmanentistas) lo que consiguen es hacer una teología falsamente humana.
Lo antropotrópico deviene en inhumano. ¿Por qué? 1º Por la falta de transcendencia de las teologías inmanentistas, que no son sino ateísmo disfrazado de sentimentalismo solidario. Materialismo contrario a la ley natural y el conocimiento natural de Dios. 2º Por la falta de sobrenaturalidad, fruto de su pelagianismo.

No puede haber antropología que no sea teológica si pretende ser verdadera antropología.

Colocar al hombre en el centro de la teología no puede hacerse sino desplazando de ese centro a Cristo. Y así se malentiende tanto al hombre como a su Salvador.
La teología antropotrópica padece una funesta esquizofrenia:
Por una lado, todo lo que dice de Dios se separa de lo que Dios dice acerca de Sí mismo, pues desprecia la Revelación y sus fuentes. Por otro lado, lo que dice del ser humano se desarraiga de lo que Dios acerca de él.

Podemos saber de Dios en sí mismo, porque Él mismo se ha auto-revelado. Sólo si la teología se ocupa de ello, se vuelve verdaderamente humana y al servicio del hombre.

La teología no es necesaria a la Iglesia en sentido objetivo, pero sí es totalmente necesaria a la cultura, en sentido subjetivo.

Dice bellamente De Lubac en "Meditación sobre la Iglesia", con profundas palabras, que "“La Iglesia es un misterio, lo cual equivale a decir que es también un sacramento. Además de ser la depositaria total de los sacramentos cristianos, ella misma es el gran sacramento que contiene y vivifica a todos los demás. Ella es en el mundo el sacramento de Jesucristo, de igual manera que el mismo Jesucristo es para nosotros, en su humanidad, el sacramento de Dios” (p.197)."

Por tanto, si Cristo, en su humanidad, es sacramento de Dios, ¿qué consecuencias tiene esto para la teología? Que si habla de lo humano, ha de CENTRARSE EN Cristo, sacramento de Dios en su humanidad.
Por tanto,
o es cristocéntrica, y habla con sentido de lo humano,
o es humanocéntrica, y habla sin sentido de Dios.

Porque como enseña Gaudium et Spes, 22:
""El misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado...En él, la naturaleza humana asumida, no absorbida, ha sido elevada también en nosotros a dignidad sin igual. El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. "

Cristo es el centro de todo, Cristo es el centro de todo lo que padece el hombre, de todo lo que alegra al hombre. TODO agrada o golpea primero en Cristo, y luego pasa al hombre tras haber pasado por Cristo. Como enseña el impresionante pensamiento de León Bloy:

"Jesús está en el centro de todo, Él lo asume todo, Él soporta todo, Él lo sufre todo. Es imposible pegar a alguien sin pegarle a Él, humillar a alguien sin humillarlo a él, maldecir o matar a alguien sin maldecirlo o matarlo a Él mismo. El más bajo de los criminales tiene que pedir prestado el Rostro de Cristo para recibir una bofetada, de cualquier mano que sea; de otra manera, la bofetada no podría llegar a destino y quedaría en suspenso, en el espacio, por los siglos de los siglos, hasta que encontrase el Rostro que perdona."


4 comentarios:

  1. Vamos a ver, querido amigo, si me ilumina un poco.

    ¿Qué ha leído de Congar que le ha decepcionado? Porque en Congar hay un buen fondo y cosas muy aprovechables junto a otras que siempre me han rechinado, me provocan repulsa. Con él siempre hago una lectura muy crítica, con ciertas prevenciones, aunque desde luego no es heterodoxo ni mucho menos. Juan Pablo II incluso lo creó cardenal.

    No me ocurre así, como bien sabe, con el otro cardenal citado, De Lubac.

    Para hablar sobre el hombre correcta y adecuadamente, sólo se puede hacer a la luz de Cristo: "Cristo revela el hombre al hombre" (GS 22). Esa teología antropocéntrica es contradictoria en sí misma, porque ya no es palabra-discurso-poema sobre Dios, sino discurso humanista que mirará a Cristo como desde fuera, no como clave, sino como ejemplo.

    Pero la teología, la de verdad, siempre será otra cosa, mejor y más sabrosa.

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  2. Ay d Javier, si hay cosas que le provocan repulsa de Congar, siendo vd discípulo de Agustín, imagíneses a mí, que soy discípulo de Tomás!

    Qué poco entiende Congar a Santo Tomás de Aquino y cómo le malinterpreta. Estoy un poquito cabreado con él.

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  3. Hablando más en serio.
    La lectura de "Situación y tareas de la teología", no me ha sido grata.

    No dudo que tiene buen fondo y cosas de valor parcial, pero en general sus ideas son confusas y como en neblina, no valora el Magisterio de la Iglesia, al que considera un vocero de la teología, y sobrevalora la teología-, a la que parece considerar algo así como maestra del Magisterio.

    Creo que le da una importancia excesiva al pensar teológico, y minusvalora la Tradición, que parece ser una historia del pensar teológico mismo.

    Hay que recordar siempre que la teología no es necesaria la Yglesia,

    que la Iglesia es autónoma de doctrinas humanas, y que se basta a sí misma, por la acción docente del Espíritu de Cristo.

    El teólogo está al servicio de la Iglesia, y no puede considerar el Magisterio como un policía que le vigila, sino como lo que es:

    el Magisterio ES el sentido de la Escritura y de la Tradición.

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  4. Por cierto, ese abandono de la ontología, a la que cosifica, no trae sino subjetivismo e historicismo.

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