martes, 20 de diciembre de 2011

En que comienza el debate acerca del ateísmo contemporáneo

FÍSICUS: Pienso que en el proyecto de Jesús no entra convertir a nadie.

ALONSO: ¿?

MÁXIMO: Estoy de acuerdo con eso, no me chirría como le está chirriando a Alonso :) --Que espero no monopolice el debate, como hace siempre!! :)

FÍSICUS: Verás, si alguien no desea creer en Jesús, simplemente puede limitarse a una vida puramente natural, a una vida ética, sin la dimensión sobrenatural. Por eso, el ateísmo no tiene por qué ser anti-Teísmo como equivocadamente afirma De Lubac .

MÁXIMO: El cristianismo es una opción ÉTICA, libre, voluntaria, y si algo es voluntario, no es culpable rechazarlo. El ateo conforma su vida según los moldes naturales del bien, simplemente. Por cierto, qué antipática es esa frase de León Bloy que siempre citas. ¿cómo era? la moral....

FÍSICUS: "La Moral ha suplantado a la Revelación y ya nadie entiende nada de las Escrituras". Me la sé de memoria.

MÁXIMO: Comparto plenamente lo dicho por Físicus. De hecho, yo diría más, diría que el mensaje de Jesús es un mensaje ético, de valores humanos, naturales, perfectamente asumibles por tantos cristianos anónimos, como decía Rahner.

ALONSO: Bueno, permitidme matizar. A lo que dice Físicus de que el ateo puede limitarse inculpablemente (y por ello se supone que "felizmente") a una vida de ética natural, niego rotundamente.

FÍSICUS: Vaya, ¿no has leído lo que tiene escrito Ignacio Lepp sobre eso: "El ateísmo de nuestro tiempo"?

ALONSO: Sí lo he leído, de hecho tu idea es la tesis central del libro que citas, que procede de "Psicoanálisis del ateísmo moderno". Déjame, por favor, comentarte por qué rechazo esta idea.
En primer lugar, hay que decir que el ser humano está naturalmente ordenado a Dios, que el conocimiento de Dios es el fin natural del ser humano, y que hasta que el ser humano no descansa en Dios, su corazón anda desordenado y profundamente inquieto, como diría San Agustín. Por tanto, el ateísmo no es natural, sino artificial. En segundo lugar, hay que recordar que en el estado natural de la naturaleza humana, enferma de muerte por el pecado original, el hombre no puede llegar a conocer y vivir a Dios sino con tremenda dificultad, por lo que necesita el auxilio de lo sobrenatural, sin cuya Gracia está absolutamente perdido. De aquí la infinita misericordia divina, que por la crucifición del Logos rehabilita nuestro confuso logos y nos da acceso a la vida sobrenatural.

FÍSICUS: ¡Vaya idea! ¿Quieres decir que a Dios se le puede conocer?? Yo, como matemático y físico, he de decirte que...

ALONSO: Permite que te cite el Compendio del Catecismo, por favor, que explica esto muy bien.

3. ¿Cómo se puede conocer a Dios con la sola luz de la razón? A partir de la Creación, esto es, del mundo y de la persona humana, el hombre, con la sola razón, puede con certeza conocer a Dios como origen y fin del universo y como sumo bien, verdad y belleza infinita.
4. ¿Basta la sola luz de la razón para conocer el misterio de Dios? Para conocer a Dios con la sola luz de la razón, el hombre encuentra muchas dificultades. Además no puede entrar por sí mismo en la intimidad del misterio divino. Por ello, Dios ha querido iluminarlo con su Revelación, no sólo acerca de las verdades que superan la comprensión humana, sino también sobre verdades religiosas y morales, que, aun siendo de por sí accesibles a la razón, de esta manera pueden ser conocidas por todos sin dificultad, con firme certeza y sin mezcla de error


FÍSICUS: Entonces, según eso, yo, que soy agnóstico, como sabes, no estoy usando bien mi razón, y además de forma culpable. ¡! Eres un grosero :)

MÁXIMO: Alonso, no debemos juzgar a nadie, y no podemos afirmar que un agnóstico o un ateo son culpables de no creer en Jesucristo.

ALONSO: Bueno, sólo Dios sabe el grado de culpabilidad y sus atenuantes :)) . Pero sabemos que reside en las conciencia humana, por ley natural, la capacidad racional de conocer a Dios y de ajustar la propia vida a su ley moral. El ateísmo es artificial, lo natural es creer en Dios. El ateísmo es un fenómeno ideológico relativamente reciente, que contrasta con la abrumadora evidencia de la multitud de religiones naturales. El problema está en la naturaleza adámica del hombre, enfermo por el pecado. El ateo, o el apóstata, no vive en un estado natural, vive en pecado.

FÍSICUS: Qué visión más negativa del ser humano! El agnosticismo es más positivo! Alonso, de verdad, me deprime escucharte. Hace poco leí unas palabras de Sádaba donde habla del miedo como componente de las religiones...

ALONSO: Sin entrar a refutar a Sádaba, que es profundamente superficial, sobre todo en bioética, quiero decirte que en ideas como las que has expuesto, según Lepp y tantos otros, está latente la negación del mal que es el ateísmo y concretamente la infidelidad y la apostasía. Y contiene falsedades acerca de la relación entre el orden natural y el sobrenatural.

FÍSICUS: ¡Ay Alonso, ¿no sabes que este autor (Ignace Lepp) acepta la gratuidad de la fe??

ALONSO: Sí, claro, pero de forma que REDUCE la creencia en Dios a la fe en Dios, confundiendo lo natural con lo sobrenatural, la trascendencia natural con la sobrenaturalidad santificante. Niega la capacidad natural del hombre para creer en su Creador.


MÁXIMO: Y así lo que consigue es colocar el mundo de lo sobrenatural y el mundo de lo natural en estratos paralelos que nunca se entrecruzan.

FÍSICUS:Bueno, yo no creo eso. Si niega el conocimiento natural de Dios, es porque la fe es algo absurdo, y creemos precisamente porque es absurdo, como diría Kierkegaard.

ALONSO: ¡Nada de eso! Como dice el fragmento del Compendio que te he citado, es una verdad de fe de la doctrina católica y una realidad objetiva de la naturaleza humana que el hombre es capaz de Dios, como dice el comienzo del Catecismo, y negar esto es muy grave. Parece que un ateo vive en un estado ético natural, y no es así. De aquí que la Gracia y la naturaleza se vean, bajo esa errada perspectiva, como mundos paralelos: dos fines para el hombre. ¡Qué error! la Gracia absorbe el fin natural del hombre, lo eleva, sana y perfecciona, introduciéndose en su esencia y divinizándola. Tras la encarnación del Verbo, sólo hay un fin, el sobrenatural, que contiene dentro de sí, a la manera de preámbulo, el fin natural del hombre.

30 comentarios:

  1. Amigo:

    Matizaría mucho una frase: "El ateo, o el apóstata, no vive en un estado natural, vive en pecado".

    a) El ateísmo es muy diferente de la apostasía. En el primero puede haber una ignorancia radical y no encontrar a Dios; en el segundo, hay un rechazo explícito, consciente y voluntario.

    b) El apóstata está en pecado; pero el ateo por el mero hecho de ser ateo, no habrá usado bien el logos, pero ¿vive en pecado? Yo diría más bien que se ha dejado arrastrar por las consecuencias del pecado original y por eso no llega ni al conocimiento natural de Dios.

    Saludos cordialísimos

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  2. Gracias por la distinción, lo reflexionaré.

    Ciertamente, no es lo mismo ateísmo y apostasía, como bien dice, la apostasía tiene un carácter distinto, de rechazo explícito de la Gracia bautismal.

    Lo reflexionaré, pues. Gracias por la pertinente aclaración.

    Gracias y un saludo en Cristo

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  3. Respecto a si el ateísmo es pecado o no, yo creo que sí lo es, contra el primer mandamiento, es de ley natural.

    La Iglesia afirma la capacidad que tiene el hombre de Dios, a pesar de las dificultades para conocerlo, y cómo esa capacidad es de ley natural, y radica en la conciencia.

    Salvo una conciencia errada invencible (de la cual hay raros casos) no hay excusa moral para el ateísmo. Esto no implica que podamos conocer o no la culpabilidad y sus grados y atenuantes, esto pertenece sólo a Dios.

    Hay un pasaje de Romanos donde el Apóstol habla precisamente del pecado del ateísmo.

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  4. Romanos 1:

    "18 En efecto, la ira de Dios se revela desde el cielo contra la impiedad y la injusticia de los hombres, que por su injusticia retienen prisionera la verdad.

    19 Porque todo cuanto se puede conocer acerca de Dios está patente ante ellos: Dios mismo se lo dio a conocer,

    20 ya que sus atributos invisibles –su poder eterno y su divinidad– se hacen visibles a los ojos de la inteligencia, desde la creación del mundo, por medio de sus obras. Por lo tanto, aquellos no tienen ninguna excusa:

    21 en efecto, habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron ni le dieron gracias como corresponde. Por el contrario, se extraviaron en vanos razonamientos y su mente insensata quedó en la oscuridad.

    22 Haciendo alarde de sabios se convirtieron en necios,

    23 y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por imágenes que representan a hombres corruptibles, aves, cuadrúpedos y reptiles.

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  5. Es un pecado sin duda contra la virtud de la religión, derivada de este primer mandamiento.

    Ahora bien, no nos compete a nosotros juzgar el grado de culpabilidad.

    Así lo explica el catecismo:

    "2125 En cuanto rechaza o niega la existencia de Dios, el ateísmo es un pecado contra la virtud de la religión (cf Rm 1,18). La imputabilidad de esta falta puede quedar ampliamente disminuida en virtud de las intenciones y de las circunstancias. "

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  6. D Javier,
    me ha parecido muy importante y acertada una cosa que ha dicho en su comentario,
    porque creo que es la raíz del problema del ateísmo:

    " Yo diría más bien que se ha dejado arrastrar por las consecuencias del pecado original y por eso no llega ni al conocimiento natural de Dios."

    El problema radica ahí, en lo ofuscada que queda la razón por el pecado original, a lo que hay que añadir la influencia de los pecados personales.

    Debido a este grave ofuscamiento, la Revelación incluye verdades sobre Dios de índole natural que Dios mismo cree oportuno recordar.

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  7. Por esto digo que, debido al pecado original, como bien dice, y además a los pecados personales, o un hombre está en gracia, o está en pecado.

    No hay término medio.

    En el estado actual de la humanidad, es decir, en el estado adámico, o se está en Gracia, o se está en pecado. Confieso no saber cómo puede un hombre que rechaza a Dios estar en gracia, contradiciendo el ordenamiento propio a Dios que conforma su naturaleza.

    Entonces, me pregunto:

    --si Dios quiere que todos se salven, incluso aquellos a los que no llega la Gracia de Cristo por desconocerlo, ¿cómo no va a ser todo hombre capaz de llegar a Dios? --Y si las circunstancias le han influído inculpablemente, Dios amenguará esa culpa.

    Quiero decir que debido a esa ordenación natural a Dios de todo hombre, a pesar de las difucultades de su razón ofuscada,

    --no hemos de confundir ofuscación con incapacidad--

    contando con la gracia actual que Dios no niega a quien le busca,y con la gracia santificante recibida por el bautismo, ¿se puede ser ateo sin culpa?

    Creo que no. Me parece recordar que la Gaudium et Spes afirma precisamente esto, que no se puede ser ateo sin cierta culpa, salvo ignorancia invencible.

    pero desde luego era necesario distinguir apostasía y ateísmo. Y ciertamente el ateísmo tiene su raíz en el pecado original.

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  8. Por esto, resumiendo, creo que es correcto decir que...

    -debido al pecado original y al pecado personal el hombre tiene la razón y la voluntad ofuscada, y tiende a negar a Dios.

    -pero esta ofuscación y dificultad no es incapacidad total. El ser humano no está totalmente destruído, conserva aún la capacidad de conocer y amar naturalmente a Dios salvo grave ignorancia invencible o enajenación.

    - debido a esta ofuscación y dificultad, que gradúa la culpabilidad del ateísmo, Dios misericordioso envió a su Hijo para auxiliarnos y darnos la Gracia que nos permitirá conocer y amar a Dios en espíritu y en verdad y además proporcionarnos gratuitamente la posibilidad de la visión beatifica y filial por santidad.

    -por la Gracia bautismal, todo hombre es capaz de fe, salvo por el pecado

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  9. Temo meterme en un lío, pero creo que el problema que emerge en este diálogo entre Alonso, Máximo y Físicus, tiene mucho que ver con el entendimiento de qué es el ser humano, es decir, la naturaleza humana.

    D. Javier indica con certeza que es complicado explicar que se está en pecado por ser ateo a alguien que lo entiende el ateísmo como connatural con si mismo.

    ¿Cómo entiende cada interlocutor la naturaleza humana? ¿Por qué la entienden de forma diferente, siendo todos copartícipes de la propia naturaleza?

    En mis diatribas con ateos, el problema de la definición de la naturaleza humana, ha sido uno de los elementos más problemáticos. No vale citar autores, ya que cada cual la entenderá según el modelo que más le satisface. ¿Esto es subjetivismo? Totalmente, pero lo que si es objetivo es que hay algo que nos hace entender esta naturaleza de forma diferente. Algo que distorsiona nuestro propio entendimiento. El ateo dirá que eso parte de la libertad humana y el creyente dirá que el pecado original ronda el tendido. Entonces abrimos la siguiente muñeca rusa ¿Cómo entendemos la libertad?

    Feliz Navidad

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  10. Muchas gracias por el comentario, Miserere. Es un difícil tema, sin duda.

    No vale citar a autores, cierto!

    Peeero...

    sí tenemos el Magisterio de la Iglesia, que es verdad objetiva.

    Un abrazo y feliz Navidad

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  11. Qué difícil es dialogar, como muy bien dices, Miserere, con diferentes concepciones del ser humano.

    Creo que la clave para entenderlo está en el pecado original, como bien apuntó d Javier, y en los pecados personales.

    Dos cosas impresionantes dice la Gaudium et Spes 19.

    la primera:

    "Quienes voluntariamente pretenden apartar de su corazón a Dios y soslayar las cuestiones religiosas, desoyen el dictamen de su conciencia y, por tanto, no carecen de culpa.

    Y la segunda:
    "Sin embargo, también los creyentes tienen en esto su parte de responsabilidad."

    es decir, que no se puede ser ateo sin tener parte de culpa,

    ¡y que los cristianos tenemos, en el ateísmo ajeno, también parte de culpa y responsabilidad!.

    Porque como dijo la Virgen en Fátima con palabras estremecedoras.
    "muchos se condenan porque no tienen quien rece y se mortifiquen por ellos".

    un abrazo y gracias

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  12. En fin, sé que es un tema complejo, pero no debemos renunciar a tener una verdad objetiva sobre él. Propongo esta conclusión:

    No debemos confundir dos cosas distintas y ambas verdaderas.

    una, que el ateísmo es pecado y no es posible ser ateo y estar carente de culpa. Creo que esto lo enseña la Escritura y lo explica el Magisterio de forma objetiva.

    y dos:

    el hecho de que nosotros no podemos efectivamente determinar el grado de culpabilidad de una persona concreta (porque eso sólo incumbe a Dios) , ( creo que a esto, y no a lo primero, se refería d Javier)

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  13. Por cierto, amigo Miserere, ¡qué bien que vengas a este blog a meterte en líos!
    Aquí tienes un amigo al que le encanta debatir y discutir. Como tantas veces hemnos hecho! :))

    un saludo

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  14. ¡cuántas cosas y cuántos filones!

    Realmente es vd. escolástico en argumentar y analizar.

    Sí, como vd. veía, yo me refería al segundo sentido, al de la culpabilidad personal concreta. Por eso la frase de su entrada me resulta tan tajante y yo, tal cual, no la pronunciaría.

    Sigo divagando en voz alta: ¿es pecado -en general y no de una persona concreta- no usar bien la razón porque ni siquiera se sabe usar? ¿El error es pecado? Fallior, ergo homo sum. Dejo ese punto ahí.

    Importantísimo, y claro coincidimos, sobre el conocimiento natural de Dios y la aportación luminosa del conocimiento sobrenatural revelado y conocido por la fe iluminando la razón y llevándola a sus últimas consecuencias.

    El ateísmo en general, como vd. ha demostrado, es pecado. Vale. Pero el ateísmo que no es fruto ni de una convicción siquiera, sino de que nadie ha enseñado a usar la razón y ajustar las leyes del pensamiento, ¿podría considerarse pecado? Las generaciones actuales, cuyo uso de la razón es limitadísimo, negando su capacidad racional para suplantarla por la emotividad, ¡si no saben pensar!, ¿se les puede imputar pecado?

    Ya sé, ya sé amigo mío, que son divagaciones mías y ni siquiera están organizadas en una síntesis coherente, pero son ideas que me van surgiendo a raíz de sus comentarios a lo largo de la tarde.

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  15. El apunte de Miserere es acertadísimo.

    Hoy hablar, cuando no hay acuerdo sobre planteamientos básicos, tales como la misma naturaleza humana y la antropología, se hace una cuestión imposible. Son idiomas distintos a la hora de entendernos y, creo, no se puede argumentar sin más citando como autoridades las fuentes de la revelación y la Tradición. Hay que buscar un punto de común acuerdo y a partir de ahí elevar la reflexión.

    Para mí, y esto es una búsqueda, un leve pensamiento en voz alta, habría que partir del "deseo", aquello tan agustiniano del gemido interior, de la inquietud del corazón. O partir, tal vez, de la búsqueda del Bien o de la Belleza, terrenos en que es muy probable entenderse.

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  16. Termino para no cansar en exceso.

    Hoy, preparando catequesis para mi blog, he llegado a una audiencia general de Pablo VI, maravillosa como todas las suyas, sobre el conocimiento natural de Dios y la búsqueda de Dios. Creo que a todos les agradará leerla.

    "Se diría que nos hemos hecho más inteligentes, más instruidos, y al mismo tiempo menos religiosos, o sea, menos capaces de llegar a Dios.

    El vacío y las modernas consecuencias del ateísmo

    ¿Tendremos que renunciar a tal conquista? El ateísmo contemporáneo responde: sí, debemos renunciar. Esta respuesta, al parecer tan simple, produce un vacío tal en el pensamiento y en la vida del hombre que llega a suscitar grandes y graves problemas, y a turbar la confianza en el mismo pensamiento, o en el sentido positivo de la vida. Quienes creen poder fundar un humanismo sobre el ateísmo vienen a ser en realidad profetas de un nihilismo, que se presenta en primer lugar todo él gratuito, inestable, irracional, y que suple esta carencia con nociones empíricas o insuficientes, con sistemas arbitrarios y violentos, y más tarde con conclusiones pesimistas, revolucionarias y desesperadas. Y el gran ausente, Dios, llega a ser la pesadilla de quien reclama la verdad al pensamiento. Encontramos testimonios de los literatos: “Dios me ha atormentado toda la vida”, dice, por ejemplo, un personaje representativo de un célebre escritor ruso, Dostoievski).

    Invitación elevada a la meditación humana


    Sabéis que la Iglesia, al contrario, no renuncia a la conquista de Dios. Afirmamos que no niega a la mente humana la capacidad de llegar al conocimiento de Dios; y, sabedlo bien, aun con la razón, si bien no sin fatiga y con grandes sombras. La Iglesia persevera firme, aunque tenga que permanecer sola (Cf. Newman), al reivindicar para la razón esta posibilidad suprema. Es preciso honrarla, por lo menos por esta defensa de la razón, cuando con tanta frecuencia se acusa a la Iglesia de oscurantismo y de fideísmo. Ciertamente, la fe nos da de Dios un conocimiento mucho más pleno y de suyo más fácil; pero la fe misma, según nuestra doctrina, no puede prescindir del uso recto y fuerte de la razón. El Concilio Vaticano I canonizó en este aspecto la razón natural (cf. Denz-Sch. 3015, ss).

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  17. ¡Oh! ¡Qué campo ilimitado de estudio! (Cf. la obra todavía vigente de Garrigou-Lagrange, Dieu, Beauchesne, 1919). No es, ciertamente, en esta sesión donde Nos penetraremos sus umbrales. Bástenos aquí hacer alguna observación modesta; sin embargo, acaso no superflua. La primera es ésta.

    Cuando nos proponemos la cuestión del conocimiento racional de Dios, olvidamos fácilmente que tal cuestión es doble; a saber, podemos pedir al poder de nuestro pensamiento que nos diga si Dios existe; y a esta cuestión nuestro pensar, si permanece fiel a sus leyes, responde: sí, Dios existe; y nos da la certeza de ello, pero, si nosotros pedimos a nuestro pensamiento que nos diga quién sea Él, se hace muy tímido y modesto, hasta el punto de dejarnos insatisfechos, y negando lo que Dios no es y no puede ser, y buscando la sublimación de algunas nociones propias de su Ser nos lleva efectivamente a lo Alto, pero a una región donde hay más misterio que ciencia, más deseo que posesión. Quien sabe volar en alas de la especulación teológica y de la contemplación mística hacia aquel misterio, se da cuenta de estar apresado en una plenitud espiritual que supera las presentes condiciones de nuestra vida temporal, y que atañe a la inmortalidad (cf. Sb 15,3: “Conocerte a Ti es raíz de inmortalidad”; y Jesús nos dirá: “Esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, solo verdadero Dios y a Aquél a quien Tú has enviado, Jesucristo”, Jn 17,3). No se ha ofrecido mejor invitación que ésta a la meditación humana (cf. Lessius, De perfectionibus moribusque divinis, Lethielleux, 1912).


    El buen uso de la razón


    Vuelve la pregunta: ¿Cómo se va a avanzar por senderos tan impracticables? Y he aquí otra observación, elemental también ella, pero capital: basta usar bien de la razón (“secundum perfectum usum rationis”, dice Santo Tomás: II-IIae, 45, 2). O sea, basta razonar bien. Y esto lo pueden hacer todos, incluso los incultos; incluso con frecuencia las almas simples, los muchachos, la gente humilde, especialmente los puros de corazón, tienen una lógica natural más sana y concluyente que quienes en el desarrollo de la racionalidad han violado u olvidado ciertas exigencias suyas. Exactamente es lo que sucede hoy a muchos pensadores que impugnando ciertas leyes del pensamiento, ciertos principios primeros y evidentes del mismo no le consienten sobrepasar los límites dentro de los cuales no puede ser alcanzado Dios. Un conocimiento mortificado de la verdad no puede comprender la suma Verdad, que es Dios. Sería lógico aquí aludir a las famosas cinco vías, siempre válidas si se comprenden bien, que indicaba la teología escolástica como las que pueden llevar el pensamiento a un conocimiento seguro de Dios, aunque oscuro. Pero el hombre actual no quiere oír hablar de ellas; aunque tal vez sin darse cuenta, las recorre de alguna manera, especialmente la quinta, que revela la existencia de la necesidad (cf. Galileo, Dial. gior., 1) de un orden, de una finalidad, de un pensamiento en las cosas (cf. Danusso); vías que conducen más allá de la experiencia científica a reconocer en ellas una presencia anterior e interior, pensante y creadora. O quizá las recorre al revés para llegar al descubrimiento de lo que falta a las cosas, la privación de una razón de ser propia, una causa suficiente propia (cf. Sartre).

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  18. Dios es “principio de la existencia, razón del pensamiento, ley del amor”

    Encontramos entre los modernos, aun pensando bien, jóvenes especialmente, un difuso temor de que la idea de Dios se va a oscurecer y a disolverse bajo la opresión de la nueva mentalidad, originada por el contacto científico del mundo y por el sentido de fuerza y de libertad, que parecen sustraer al hombre de la sujeción a los principios absolutos y trascendentales (Cf. J. M. Aubert, Recherche scientifique et foi chrétienne). Pero esta crisis puede resolverse mediante una purificación continua de la idea misma de Dios y de su culto, al ponerse de relieve debidamente una idea siempre creciente, siempre necesaria, siempre fecunda, siempre viva (cf. Guardini, Le Dieu vivant); o bien al querer someter los procedimientos de nuestro pensar a nuevos análisis (cf. B. Varisco, Dall´uomo a Dios, Cedam, Padova 1939; De Lubac, Sur les chemins de Dieu, Aubier, 1956). Y se puede resolver también de otro modo, empujando lógicamente al mundo materialista y ateo a sus fatales consecuencias, que claman finalmente por Dios para no caer en monstruosas y catastróficas concepciones pseudo-absolutas y de deshumanizadas formas de vida. Este grito doloroso y estupefacto deberá elevarse un día hacia Dios en el mundo moderno hecho dueño de las cosas y pesadamente esclavo de ellas; y será un día grande, de salud y poesía, en el cual aparecerá Dios como es para nosotros, “principio de la existencia, razón del pensamiento, ley del amor” (S. Agustín, Contra Faustum, 20,7; PL 42, 372); el eterno nuevo, el verbo silencioso, la presencia invisible, el abismo gozoso, el principio total, el ser vivo.

    Ánimo, hijos carísimos; no es imposible, no es difícil; con un poco de esfuerzo, de hombres verdaderos, de cristianos humildes, pensando buscamos a Dios, amándole le encontramos después” (Pablo VI, Audiencia general, 27-noviembre-1968).


    Disculpad, Alonso y Miserere, tanta letra, pero ahí queda para leerla con calma en distintos momentos.

    A todos, un abrazo.

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  19. La verdad es que la frase es tajante, lleva razón, puede asustar a la gente. El apostolado suave y manso, aunque firme y claro, pero suave y manso, da más fruto. Le agradezco el comentario, amigo mío.

    Respecto a ese problema profundo que menciona, " el ateísmo que no es fruto ni de una convicción siquiera, sino de que nadie ha enseñado a usar la razón y ajustar las leyes del pensamiento"",

    la verdad, puede ser, me lo planteo muchísimas veces, viendo la inepcia y la enfermedad de la inteligencia de la sociedad contemporánea.

    No sé que decirle, creo que más que inutilidad inculpable para pensar rectamente, que la hay, yo veo una enfermedad de la inteligencia y de la voluntad.

    pero en fin, creo que a este caso se aplica lo que dice el Catecismo:

    ""La imputabilidad de esta falta puede quedar ampliamente disminuida en virtud de las intenciones y de las circunstancias"

    Pero claro, también pienso que el error es fruto siempre del pecado en lo referente a cosas de conciencia: negligencia culpable en la formación de la mismas... ¡Es un tema difícil, muy difícil!

    Solamente la ignorancia invencible no es pecado, creo. Habría que estudiar el tema más a fondo.

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  20. Tras publicar el comentario anterior, veo que ha traído la cita de la maravillosa audiencia de Pablo VI. ¡Gracias! Ilumina mucho el tema.

    Lo que apuntaba Miserere es ciertamente un problema en el apostolado y el diálogo.

    Porque nos pasa que, como él decía, no tenemos autor a quien acudir y no vale hacerlo, cada cual tiene sus preferencias, y además, ¡tanta, tanta gente no acepta la inefabilidad de la Iglesia y la asistencia cierta de su Magisterio!

    Por eso, es bueno como vd dice basarnos en puntos comunes. Pero claro, llega lo que decía nuestro buen amigo miserere, que se entra en el subjetivismo de cada concepcion propia de la naturaleza humana..

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  21. Qué profundo y bello lo que dice Pablo VI:

    ""Este grito doloroso y estupefacto deberá elevarse un día hacia Dios en el mundo moderno hecho dueño de las cosas y pesadamente esclavo de ellas; y será un día grande, de salud y poesía, en el cual aparecerá Dios como es para nosotros, “principio de la existencia, razón del pensamiento, ley del amor” (S. Agustín, Contra Faustum, 20,7; PL 42, 372); el eterno nuevo, el verbo silencioso, la presencia invisible, el abismo gozoso, el principio total, el ser vivo"

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  22. Don Javier,
    conociendo mi debilidad por Pablo VI,

    traer a colación un texto como este es un golpe bajo en este debate.

    Touche!

    Ahora, ¿qué voy a decir yo? Esta se la guardo para futuros debates, je, je

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  23. Alonso:

    Vd. será escolástico, pero yo... yo sé dar golpes bajos... jejej.

    Espero que el 'dolor' se le pase pronto y no me la tenga jurada para otros debates ni vaya a mi blog a '''vengarse'''

    pero, ¿a que ha sido inteligente por mi parte traerle a Pablo VI?

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  24. Pues sí, "demasiado" inteligente. :)

    Ya se enterará, je, je

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  25. Me congratulo de tan buenas lectura, D. Javier. gracias :) Pablo VI da en el clavo con especial maestría.

    Suscribo el parrafo que Alonso ha indicado con tanta certeza:

    "Este grito doloroso y estupefacto deberá elevarse un día hacia Dios en el mundo moderno hecho dueño de las cosas y pesadamente esclavo de ellas..."

    La evangelización y el apostolado son oficios de humildad. Se puede propiciar el cambio en quien tenemos delante, pero el cambio (conversión) necesita que el grito personal de dolor y desesperación, se dirija a Dios.

    Feliz Navidad :)

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  26. Muy bien dicho, Miserere, así es, ""La evangelización y el apostolado son oficios de humildad""

    Un abrazo muy fuerte

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  27. Reholas.. dejo el siguiente enlace porque lo que se dice tiene mucho que ver con lo expuesto por todos:

    http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=19660

    Feliz Navidad

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  28. Muchas gracias por el enlace!

    Feliz y santa navidad

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  29. Hola amigo mío:

    Fruto de estas conversaciones, en las que participado intentando aportar algo y a la vez enriquecerme, ha sido la homilía de hoy.

    Con la retórica necesaria que hace agradable el discurso, he comenzado exhortando al cántico nuevo y a contemplar el triunfo divino.

    ¿Por qué es tan importante este Nacimiento? ¿Qué me aporta?
    ¿Qué incidencia tiene en mi vida?
    ¿Tan fundamental es?

    Y de ahí pasé a explicar, primero, el conocimiento natural de Dios -"conocerte a ti radica el principio de la inmortalidad"- para concluir con el conocimiento sobrenatural de Dios, la fe y la razón con un asentimiento libre. Todo -ahora para nuestra capacidad y lo necesario para nuestro salvación- nos lo ha dicho en Cristo, plenitud de la revelación que habla con lenguaje y sonido humano quien es la eterna Palabra. Dios quiere que lo conozcamos para que lo amemos; Dios quiere que lo conozcamos para darnos vida y crecer en amistad.

    Sí, tenemos razones para estar alegres.
    Sí, tenemos razones para la alabanza.

    ¿Qué hacer, pues? ¡Cantad al Señor un cántico nuevo!

    Esta ha sido mi homilía y os he tenido presentes al predicarla.

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  30. Don Javier,

    me alegra haya dedicado su homilia a ese tema, que sin duda es importantísimo para comprender muchas cosas. Creo que ha fundamentado muy bien su homilia. Su conclusión resume lo que estamos hablando:

    "Dios quiere que lo conozcamos para que lo amemos; Dios quiere que lo conozcamos para darnos vida y crecer en amistad

    A mí este debate me está enriqueciendo mucho, así como sus aportaciones y las de Miserere, con el que he tenido buenos debates. Es un tema que me preocupa, porque creo que el hecho de que podamos entenderlo en profundidad dependen muchas posteriores iluminaciones.

    Un abrazo muy fuere, y gracias por tenerme presente en su homilía.

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