jueves, 5 de enero de 2012

De ingenuas pastorales sobre la sexualidad y de tensiones perfectivas

Muchos males y sombras perturban los matrimonios cristianos. Pero la luz y el poder de Dios es más grande que el mal. Y hay esperanza, bajo ciertas condiciones. Y la primera condición es poner toda la esperanza en la Gracia (1 pe 1, 13).

De los cursillos prematrimoniales imprudentes a las pastorales ingenuas que silencian la necesidad del pudor y los males de la sexualidad adámica, que atenúan la maldad intrínseca de la anticoncepción, verdadera lacra de los matrimonios; de la imprudencia de muchas pastorales ingenuas proceden muchos males.

La sexualidad en el matrimonio, siempre abierta a la vida, es algo bueno. Pero la naturaleza de los cónyuges está radicalmente enferma por la condición adámica del ser humano caído, y esa enfermedad se extiende sobre todo a la sexualidad.

La sexualidad adámica, por tanto, necesita de redención, como todas las facetas del hombre viejo.

Hablar elogiosamente de la sexualidad conyugal, ignorando esta verdad de fe, y ocultando o silenciando los peligros de la sexualidad adámica, es un error gravísimo, a mi entender. Que en ámbitos eclesiales se hable con esta ingenuidad de la sexualidad, como si no necesitara de la Gracia sacramental, y de la cruz redentora, es algo que debe acabar cuanto antes. Y no debe promoverse la anticoncepción bajo ningún concepto.

Los que no se enteran. Andan tan contentos en la Ciudad Oscura como si Sauron no tuviera preparadas sus huestes. Hacen inocentes elogios de la bondad de la sexualidad como si no viviéramos en la desembocadura de todas las obsesiones, y los ríos de los pecados capitales no vinieran a estrellarse bajo nuestros pies, en nuestras calles, en los muros de los colegios de nuestros hijos, en los ordenadores de nuestras casas, en las imágenes de la televisión, en los carteles de las paradas de autobús. Pero se quedan tranquilos. ¡!

Y quieren seguir siendo muy positivos y hablar de valores y de espiritualidades conyugales y de una ética que va a salvarnos. ¿? ¿Es posible salvarse usando y promoviendo alegremente los anticonceptivos sin ningún pudor?

Cualquier acto que impida la fecundación tiene un tremendo poder destructivo del matrimonio y corrompe radicalmente la sexualidad. Es decir, la corrompe en su raíz, en su esencia.

Sauron encuentra reclutas, en el ámbito de la iglesia, entre los defensores de la anticoncepción.

Nuestra naturaleza adámica está enferma. hablemos de la redención del cuerpo por los dolores de la cruz, de la crucifixión diaria y del gozo indecible de la salvación en Cristo Crucificado.

Nada está exento de la muerte necesaria del hombre viejo.
Los que no se enteran han de saber que si no confesamos al Logos, el logos del hombre se deteriora irremisiblemente.

Los matrimonios ((sobre todo los que no se enteran del tiempo que nos ha tocado vivir)), necesitan que en estos tiempos se les hable de continencia, de castidad, de celibato, de virginidad, para iluminar su logos acerca de los peligros de la sexualidad adámica.

Y sólo así podrán descubrir la bondad de la sexualidad en el matrimonio, que se sustenta en el autodominio sobrenatural, la oración, la mortificación de la carne, y en su tensión perfectiva (introducida por la Gracia) hacia la castidad perfecta, como ideal y modelo al que aspirar en lo posible,

y en la apertura permanente a la vida.

Deben saber que la regulación natural del número de hijos se justifica únicamente por motivos graves. No deben convertir la parternidad responsable en método anticonceptivo natural. Los métodos naturales no son métodos anticonceptivos !

María Virgen, y san José célibe deben ser los modelos de las esposas y de los esposos, el modelo del matrimonio cristiano, que ha de tender como un arco tensado hacia la ciudadanía celestial del Hombre Divino (1 Cor 15, 47) Sólo desde la comprensión de la bondad de la castidad perfecta se puede comprender y vivir la bondad de la sexualidad conyugal y de la castidad conyugal en el estado adámico de nuestra naturaleza caída. Lo mejor ilumina lo bueno. La sexualidad necesita redención también en el matrimonio. No porque sea mala, sino porque está herida.

Porque no se trata de saber si la sexualidad matrimonial es algo bueno o sagrado. Que lo es.

Se trata de advertir que estamos en guerra, que la naturaleza humana está herida en lo más íntimo, y que vivimos en la Gran Babilonia. Y que en estas circunstancias, el modelo perfecto de matrimonios es la Sagrada Familia, una mujer virgen y un hombre virgen, San José y la santisima Virgen, como el de los mártires, que son aliento de perfección. ¿No es bajo esta perspectiva como entendemos la bondad de los métodos naturales de paternidad responsable? Es la continencia la que regula la sexualidad y la purifica de egoísmos, como participación de un estado más perfecto y sublime.

Solamente bajo la perspectiva del martirio, de la castidad perfecta como modelo al que tender en la medida de lo posible, y de la Gracia sacramental, el matrimonio se redime y la sexualidad se purifica.

7 comentarios:

  1. Me deja atónito que se hable a los novios de vivir la sexualidad "con despreocupación" y "con naturalidad".

    ¿Qué significa esto? Hay que decir más bien:

    la naturalidad es un objetivo a conseguir, algo a depurar, a purificar. La naturalidad es actualmente naturalidad adámica y tiene graves peligros.

    Que en este mundo de hipersexualidad desnaturalizada se digan estas cosas es increíblemente ingenuo.

    Lo que hay que decir es: estad vigilantes, orad, prevenidos de la supuesta naturalidad de la sexualidad, porque vuestra naturaleza está enferma por la caída,

    y necesitaréis de oración, mortificación, amor sacrifical, y de la Gracia, `para descubrir el papel que la sexualidad tienen en el plan Divino.

    En el estado actual de la naturaleza humana, la naturalidad no es sino adámica, y la naturalidad auténtica se consigue por la cruz.

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  2. Una sociedad trastornada, crea individuos trastornados. Si nos fijamos que la distancia entre el despertar sexual de las personas y la posibilidad de casarse (tener estudios y trabajo) se distancian hasta 20 años, no daremos cuenta de parte de las razones de la confusión que tienen muchos jóvenes.

    Después viene toda la publicidad, películas, TV, internet, etc... Lo extraño es que haya jóvenes dispuestos a vivir en castidad hasta casarse. Los hay, gracias a Dios, pero son cada vez menos.

    Necesitamos sanación y creo que la sanación debería ser simultánea en la persona y la sociedad en que vivimos. Sanar la sociedad es imposible sin sanar a quienes la componen y sanar a las personas en un entorno tan maligno, es casi imposible.

    Si encima, tal como indicas, las "pastorales" terminan por romper lo que ya estaba medio roto,... vamos en barrena a toda velocidad.

    Con este panorama, sólo podemos tener esperanza en la labor de Dios sobre nosotros y sobre quienes tenemos cerca. El ejemplo, la formación y la entrega que podamos dar a quienes tenemos cerca, podrán paliar en algo la catástrofe sexual de tantos jóvenes. Mientras, confiemos en que el Señor nos ilumine para saber que hacer.

    Un abrazo en el Señor :)

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  3. Qué bien lo has dicho: "necesitamos sanación". Así es.

    Dices. "sólo podemos tener esperanza en la labor de Dios sobre nosotros".

    Pues sí, Miserere, esta es mi absoluta convicción. Según lo dicho en 1 pe 1, 13

    Y tu expresión me parece precisa y fidedigna: "catástrofe sexual de tantos jóvenes".

    Totalmente de acuerdo. Muchas gracias.

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  4. Creo que te entiendo. Pero curiosamente, también hace falta -y mucho- una sanación a la inversa. Porque la vivencia casi universal de una sexualidad deformada antes del matrimonio hace que veamos la sexualidad conyugal como algo que está al margen de Dios. Y la verdad es que no sólo no está al margen de Dios, sino que da gloria a Dios y forma parte del sacramento, y actualiza el sacramento, lo mismo que -salvadas las distancias- la Eucaristía actualiza el Sacrificio de Cristo en la cruz. A mí me llevó años sanar esa idea de la sexualidad como algo manchado, algo a espaldas de Dios, y encontré la luz y la gracia para ello en el Libro de Tobías, en su matrimonio con Sara, cuando ellos oran a Dios antes de consumar su matrimonio. Cuando leí eso, se desvaneció en mí aquella visión negativa de la sexualidad, fruto del pecado.

    La sexualidad conyugal es una alabanza a Dios en su presencia. En ese misterio, en ese sacramento de amor, Él ha querido poner con su acción creadora la maravilla que es el inicio de la vida.

    Es más, yo creo que cuando se asimila esta maravilla que es la sexualidad, se contempla mucho más directamente lo que no es, y se entiende lo que la adultera: los anticonceptivos y la mentalidad anticonceptiva, y la vivencia de una sexualidad lasciva, lujuriosa, egoísta. El conocimiento del bien y el mal, por supuesto, no sana automáticamente la voluntad de pecar, pero ayuda mucho a luchar contra ella, porque se distingue la maravilla del bien de la fealdad del mal.

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  5. Hay un texto del Pontificio consejo para la familia sobre sexualidad, en que habla de

    ""Cuatro principios operativos y normas particulares

    ""121. A la luz de estas recomendaciones, la educación en el amor puede concretizarse en cuatro principios operativos.

    122. 1. La sexualidad humana es un misterio sagrado que debe ser presentado según la enseñanza doctrinal y moral de la Iglesia,

    "teniendo siempre en cuenta los efectos del pecado original.

    "Informado por la reverencia y el realismo cristiano, este principio doctrinal debe guiar toda actuación de la educación en el amor.

    "En una época en que se ha eliminado el misterio de la sexualidad humana, los padres deben estar atentos, en su enseñanza y en la ayuda que otros les ofrecen, a evitar toda banalización de la sexualidad humana. Particularmente se debe mantener el respeto profundo de la diferencia entre hombre y mujer que refleja el amor y la fecundidad del Dios mismo.

    "123. Al mismo tiempo, en la enseñanza de la doctrina y de la moral católica acerca de la sexualidad, se deben tener en cuenta las consecuencias del pecado original, es decir, la debilidad humana

    "y la necesidad de la gracia de Dios para superar las tentaciones y evitar el pecado. En tal sentido, se debe formar la conciencia de cada individuo de manera clara, precisa y en sintonía con los valores espirituales.

    "La moral católica, sin embargo, no se limita a enseñar que es pecado y a evitarlo; se ocupa ante todo del crecimiento en las virtudes cristianas y del desarrollo de la capacidad del don de sí según la propia vocación de la persona."

    es precisamente lo que quería destacar en este post,

    la necesidad de tener en cuenta las consecuencias del pecado original en la sexualidad conyugal, las influencias banalizantes de la sociedad hipersexualizada en que vivimos, y la necesidad de la Gracia para redimir la sexualidad adámica.

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  6. Está claro que el ser humano está enfermo por el pecado original y necesita de la Gracia. Esta enfermedad afecta igualmente a la sexualidad conyugal, por lo que la necesidad de la vida sobrenatural, de la castidad y de la mortificación son básicos para descubrir el verdadero misterio de la sexualidad según el plan de Dios.

    Como en el ejemplo que citas, Tobías y Sara hacen oración primero, para luego consumar su unión. Lo sobrenatural viene primero, para sanar lo natural.

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  7. Y por supuesto, llevas razón en eso que dices de la sanación a la inversa,

    esa sanación es absolutamente necesaria, como bien dices.

    "Creo que te entiendo. Pero curiosamente, también hace falta -y mucho- una sanación a la inversa. Porque la vivencia casi universal de una sexualidad deformada antes del matrimonio hace que veamos la sexualidad conyugal como algo que está al margen de Dios."

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