domingo, 15 de enero de 2012

De oscuras simetrías y de máquinas, o sobre el resurgir del mecanicismo en la cultura de la muerte

Uno de los efectos del pecado original sobre la naturaleza fue sin duda la perversión del sentido; lo mecánico ocupa el lugar de lo puramente gratuito. La utilidad práctica substituye a la gratuidad de la belleza, y el logro al gozo.

Es lo que ocurre con esas formas naturales que, por la alteración morfológica efectuada en ellas por el pecado original, parecen formas artificiales, y nos recuerdan a diseños mecánicos, como la umbela; y a simetrías maquinales, como esas cuya imagen nos tortura en pesadillas. --Lo siniestro de los diseños mecanicistas fue vislumbrado por El Bosco. Y no es de extrañar que fuera el veneno de una umbelífera (Conium maculatum, cicuta) el usado para matar a Sócrates.

En la estética desvirtuada del mecanicismo, la simetría de las proporciones deja paso a la simetría de las utilidades. Resulta llamativo, en el orden de las religiones naturales y de la pura razón, el rechazo por las simetrías mecanicistas. Por ejemplo en la arquitectura oriental, en concreto la tibetana. La simetría mecanicista propia de las máquinas tiene poder para atraer a los demonios, por eso es evitada en los templos tibetanos. Pero es contrarrestrada con asimetrías antinaturales igualmente siniestras, propias de todo el mundo cultual nihilista. Esculpen demonios en las entradas de los templos para asustar a los demonios que invocan en su meditación de vacío.

Y es que lo asimétrico artificial y desproporcionado conduce al mundo de las formas oscuras, de las estructuras estéticas del mal. Y está íntimamente relacionada, aunque parezca una contradicción, con las simetrías artificiales del mecanicismo y del arte absurdo y feísta. Todo forma parte del irracionalismo.

No se puede purificar lo mecanicista con lo artificial, sino con la belleza y la proporción, con la simetría racional, no con la simetría artificial del mundo deshumanizado del mecanicismo, como si el mundo fuera una simple máquina de engranajes.



La New Age pretende combatir el mecanicismo con su irracionalidad, y el resultado es catastrófico. Mucha gente hastiada del vacío mecanicista se hunde en el pensamiento novaeriano y su pseudometafícia mágica. La New Age es una tentación demoníaca para huir del materialismo mecanicista. Los extremos se tocan. Contra la New Age van surgiendo formas de filosofía mecanicista atea. Pero el círculo se cierra y el ahogo esiritual va en aumento.

La sensación desagradable y tenebrosa que nos invade cuando contemplamos obras de arte desproporcionado y absurdo, o formas portadoras de ese espíritu asimétrico y/o simétrico-artificial que inspira profundamente el arte postmoderno y la cultura de las sociedades apóstatas, --disfrazada de utilitarismo técnico, en que la asimetría es técnica constructiva. Es la opresión terrible del mundo exclusivamente irracional del mecanicismo absurdo, que de forma tan impresionante denuncia Kafka en "El proceso". La asimetría irracional y la simetría mecanicista son formas hermanas.

Por influencia de Descartes, la mayoría de los filósofos naturales del siglo XVII, en especial los fisiólogos, se hicieron mecanicistas. Su optimismo técnico convirtió al ser humano en un robot cuya alma era una parte más del engranaje. Borelli en su "De motu animalium", 1680, concibe al ser humano como una máquina hidráulica. El sentido vital creatural de la fisiología humana quedaba por tanto vedado a la razón. Pronto el optimismo mecanicista degeneró en pesimismo. De esta manera el ateísmo radical entró en la ciencia de la mano del materialismo mecanicista, que hallaba su punto álgido en el sensualismo desesperado y sin Dios de La Mettrie y su "El hombre máquina". Pronto la ciencia sería utilizada para el ejercicio del mal.

Fueron los filósofos naturales ingleses los encargados de revelar las maravillas de la Creación de Dios y su complejidad no reducible a mecanismos, sino a organismos. --Los robots no tienen organismos, sino engranajes de sombras y ruedas dentadas.-- En 1704 el gran botánico y ornitólogo John Ray publica "La sabiduría de Dios manifestada en las obras de la Creación", una bellísima obra científica seria y rigurosa sin mecanicismo, gozosa y llena de belleza. Aire fresco. La obra extraordinaria de Ray influría decisivamente en William Paley (1743-1805) en su "Teología natural", de 1802, y en Charles Darwin (1809-1882), cuya malentendida obra hay que entenderla dentro de este contexto, en el marco de una filosofía natural que no renuncia a elevarse al Creador y a gozar de la belleza sobreabundante de su Obra sin reducirla y retorcerla.

También el mecanicismo penetró en la Teología. La casuística moral, el examen de cumplimientos como una forma natural de salvación por vía de derecho retributivo, el engranaje de la ética humano-céntrica y el desprecio de lo sobrenatural-gratuito y del gozo profundo de la vida en el Espíritu. La religión convertida en una máquina de moralidad.

Frente a todo esto, nosotros celebramos a Dios Creador y la belleza sobreabundante de todo aquello que salió de sus manos en su inefable multiplicidad, accesible a la razón iluminada por la fe. Frente a todo esto, nosotros propugnamos la pura gratuidad de la Gracia y la liberación de la razón y la belleza.

Celebramos una ciencia recta y gozosa no reductiva. Y advertimos de la vuelta del mecanicismo, bajo otras formas pseudocientíficas enemigas de la vida, como una técnica de dominio al servicio de la muerte. Vuelve la ciencia del hombre máquina con sus técnicas inhumanas in vitro, y la perversión radical del sentido de la vida humana, para la cual un nonato es sólo una pieza más que se puede extirpar, los embriones son congelables y reutilizables... y la vida del príncipe de la creación, el ser humano, deviene en engranaje.

Frente a esto no vale solamente la razón, por muy recta que sea. Es necesaria la fe. Es necesario el regreso de la Ciencia teotrópica, como en tiempos de la Cristiandad. Una ciencia preparada, si hace falta, para el martirio. La enfermedad mecanicista necesita de una medicina que sólo Cristo, el Logos viviente, puede ofrecer. Porque a Él pertenece la verdadera Ciencia, y es la causa de toda sabiduría.

LAUS DEO

5 comentarios:

  1. Comienzan a surgir en occidente formas de metafísica que pretenden reaccionar cotra la Nueva Era. Formas equivocadas y deshumanizantes, que conducen a vías sin salida, vías sin Dios, sin Gracia, formas que conducen al Hombre Máquina. Son filosofías exportadas tambien del Oriente industrializado, en que se vive una edad dorada del materialismo y del mecanicismo. Es la metafísica del hombre robot, del hombre máquina.

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  2. Triste es la pérdida del sentido de la belleza, como transmisora de la trascendencia y lo sobrenatural. La belleza que conlleva simetrías basadas en la obra de Dios y nos solo disonancias geométricas y estereotipos deformes. Estamos imbuidos en una sociedad que valora el feismo y la deformidad, mientras eleva las bellezas antinaturales de seres exprimidos hasta el extremos en su corporeidad.

    Dios nos ayude.

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  3. Gracias por tu comentario, Miserere.

    Has captado perfectamente la idea que pretendía mostrar.

    Esto que has escrito es clave:

    ""La belleza que conlleva simetrías basadas en la obra de Dios "

    Y por contra, los "estereotipos deformes" de la irracionalidad

    Un abrazo en Cristo, desde María Inmaculada

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  4. Creo que es un acierto lo que dices de que la Nueva Era huye (pero por mal camino) del mecanicismno. Y huye de un falso cristianismo "mecánico" que también comentas, el del feísimo moralismo: deber-pecado-juicio/deber-esfuerzo-premio.

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    1. Es verdad, Longinos, los novaerianos huyen del mecanicismo moral de esa pseudoreligión de los valores, tan cansina y falsa.

      Un abrazo en el Señor

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